Hace dos semanas, a esta hora, también era jueves.
Tenía algo que decir y se me olvido. Me pasó lo mismo el jueves pasado. O antes creo.
La cosa es que me pasó lo mismo y llegue a esto.
Me levanté y pensé ¿cuál será la importancia de comer -o tomar- yogurt con cereal?
Nunca me ha echo muy bien -en verdad son puros rollos mios-.
Tenía algo que decir y se me olvidó. Me pasó lo mismo hace un par de jueves. O quizás un trío de jueves. Ya no me acuerdo. Se me olvidó.
Iba a comentar la importancia del ser humano en el mundo humano -animalmente humano-.
Las caminatas, la espera, el ritmo, la escucha y todas las ganas que tenía de decir algo... Y todo se me olvidó. Todo. Así, junto. Se me olvido. Y ya no me acuerdo.
Me levanté y pensé ¿será muy difícil ser depresivo sin ser depresivo?
Nunca me ha echo muy bien preguntarme esas cosas, pero realmente son puros rollos mios.
Antes de dormir, me acuerdo que no soy intolerante a la lactosa. Y tampoco depresiva, por lo que nunca debería preguntarme cosas así.
Vuelvo. Intento recordar que era lo que tenía que decir y olvidé. Y sigo sin recordarlo.
Estaba en el baño, intentando cagar -porque me cuesta mucho- Y de pronto me di cuenta que es jueves y que hace dos semanas atrás estaba tratando de decir algo y se me olvidó. Igual que hoy día, que es jueves ¿será casualidad?
Me levanto y pienso que todos los jueves me olvido de las cosas que quiero decir. No las recuerdo. Es como si de pronto un soplo de volatilidad llegara a mi y me dijera hola, de una forma tan extraña que YA olvido lo que quiero decir.
Lo del baño es mentira. Sólo estaba intentando recrear un momento en el que pensé algo que quería decir pero lo del jueves lo pensé cuando me senté a escribir y fallé.
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